¿Por qué olvidamos el nombre de las personas que acabamos de conocer?

Seguramente es algo que nos ha pasado a todos, al menos una vez. Nos presentan en una fiesta a alguien totalmente desconocido, le saludamos cordialmente, nos presentamos y… a los pocos segundos no somos capaces de acordamos de su nombre.

Pero ¿por qué ocurre? Un artículo del magacín The Atlantic nos explica los cuatro motivos más habituales.

1. Estás más pendiente del siguiente que del que saludas

Este caso es muy típico en reuniones o fiestas en las que en un momento determinado te presentan a varias personas. Según explica Esther Inglis-Arkell en IO9 este es un desafío hacia nuestra memoria, pues no es sencillo que, repentinamente, tengas que memorizar varios nombres y asociarlos a una cara.

2. No se tiene interés en esa persona

No es tan raro. No siempre estamos pendientes en el momento de la presentación, pues podemos tener muchos pensamientos que estén ocupando nuestra cabeza, desde el trabajo, hasta el modo para poder escabullirte de una fiesta sin que tus amigos te echen la bronca.

Es cierto que posiblemente luego la persona a la que acabas de conocer sí que capte tu atención y puedas estar charlando afablemente con ella, pero si no has prestado la atención suficiente en el momento en el que la conociste, no te acordarás del nombre aunque no encuentras una explicación a ello, pues no eres consciente de tu “pasotismo” en esos compases iniciales.

3. Un fallo en la memoria de trabajo

La memoria de trabajo es aquella que está relacionada con el proceso de memorización a corto plazo. El funcionamiento de este mecanismo es limitado y su capacidad depende de cada uno, por lo que en una ambiente en el que haya muchos detalles o bastantes aspectos que nos pueden llamar la atención será complicado retener el nombre de nuestro interlocutor porque, en palabras del profesor de la Universidad de Northwestern Paul Reber, si no te concentras en mantener esa información, se desvanecerá rápido y en el caso de los nombres los datos han de transferirse al sistema cerebral encargado de la memorización a largo plazo.

4. No relacionamos el nombre con nada en particular

Este tipo de datos no somos capaces de memorizarlos especialmente bien, pero hay otros que se nos quedan con mayor facilidad: como las caras, las aficiones o la forma de ser. Esto es lo que defiende Reber.

Acordarnos del nombre de una persona será más fácil si somos capaces de recordar un aspecto concreto suyo. Por ejemplo, si nos presentan a una chica llamada Julia que va vestida con un chándal y lleva una raqueta de tenis porque va a jugar con unas amigas un partido, seremos capaces de relacionarlo más fácilmente, pues pensaremos “Julia, esa chica con gorra que le gusta jugar al tenis”.

En cambio, si se nos presenta a Julia en otro ambiente, en el que el trato es meramente formal, sin existir la posibilidad de caer en esos detalles, quizá nos haya caído igual de bien, pero nos será más difícil recordar su nombre porque no la relacionamos con nada particular que nos haya llamado la atención.

Fuente: Informe21

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