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Llamadas insólitas al teléfono de emergencias

La BBC seleccionó las llamadas más insólitas realizadas al teléfono de emergencias 911…

 Parece una escena sacada de una película, pero ocurrió en la vida real, en una ciudad de Estados Unidos.

– 911, ¿cuál es su emergencia?
– 123 de la calle Main.
– Ok, ¿qué está pasando?
– Me gustaría pedir una pizza.
– Señora, está llamando al 911.
– Sí, lo sé. ¿Me pueden traer una pizza grande, la mitad con pepperoni y la otra mitad con champiñones y pimientos?
– Ummm…. perdone, sabe que ha llamado al 911, ¿verdad?
– Sí, ¿me puede decir cuánto tiempo tardará?
– Ok, señora, ¿está todo bien en su casa? ¿Tiene una emergencia?
– Sí, así es.
Pizza para llevar
El ingenio de la mujer que llamó simulando pedir una pizza la salvó de una situación de violencia doméstica.
– Y… ¿no puede hablar porque hay alguien en la sala con usted?
– Sí, correcto. ¿Sabe cuánto tiempo tardará?
– Hay un agente a un kilómetro y medio de donde está usted. ¿Hay armas en la casa?
– No.
– ¿Se puede quedar en la línea conmigo?
– No. Hasta pronto, gracias.

 El suicida solidario
“Mi madre fue operadora del 911 durante más de 30 años”, cuenta Tony. Una de las historias que me contó siempre quedará en mi memoria. Un día un hombre llamó y con voz tranquila le dijo a mi mamá que estaba en un hotel, que se había rociado con gasolina y se iba a matar. Pero llamaba para que evacuaran el lugar porque no quería que nadie más resultara herido. Al tiempo que intentaba disuadirlo, por la otra línea mi madre llamó al hotel para informarles de lo que ocurría. Mientras los servicios de emergencia se dirigían al hotel, mi madre se mantuvo en la línea tanto con el hombre suicida como con la gente del local. En cuanto el hombre oyó las sirenas de las ambulancias, le preguntó a mi mamá si ya habían evacuado a todo el mundo. Ella intentó retrasar su respuesta pensando que se prendería fuego en cuanto le dijera que sí, pero la estrategia no funcionó. Segundos después, comenzó a oír los peores gritos de su vida y el teléfono quedó estático. Después, el silencio. El hombre murió en el hotel y mi mamá tuvo que oírlo. Un día terrible”.

El tranquilo criminal confeso
El pasado 26 de octubre, pocas horas después de haber disparado mortalmente a su esposa embarazada, Checkingson Sinclair llamó al 911 y con mucha calma le dio a la operadora los detalles de la muerte de su mujer, Latwassa Argrett.
“Se ha cometido un crimen”, dijo Sinclair.
“¿Se ha cometido un crimen? ¿Por parte de quién?”, preguntó la operadora.
“Por mí, señora”, respondió Sinclair.
La voz de la operadora se quebró cuando Sinclair añadió: “He matado a mi esposa”.
Durante la conversación, Sinclair respondió a todas las preguntas de la operadora. “Le disparé en la cabeza”, dijo.
“¿Por qué hizo esto?”, le preguntó la operadora.
“Empezamos a discutir y ella me atacó con un cuchillo”, contó y agregó que disparó en defensa propia.
Sin embargo, la policía declaró posteriormente que la mujer recibió el disparo en la parte trasera de la cabeza y que Sinclair reconoció que quería matarla.
Sinclair, de 21 años y residente en Florida, fue imputado con los cargos de homicidio en primer grado y homicidio de un bebé no nato y por alterar las pruebas.

Tomado de BBC

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