Seguro que Lisa Wilson, una devota hija, nunca pensó que su boda se celebraría en la habitación de un hospital, rodeada de sus amigos y familiares más íntimos sólo para que su padre, diagnosticado de un raro cáncer y en una situación ya muy grave (falleció días después), pudiera asistir al enlace.
Su emotiva boda se selló con el baile tradicional entre padre e hija. Una cama y unos cuantos tubos no iban a impedir a Lisa bailar con David la que sería su “canción para siempre jamás”, I Will Always Love You de la desaparecida Whitney Houston. Así que ni corta ni perezosa la novia agarró de las manos a su padre y juntos protagonizaron el que sería, quizás, el más emotivo momento de sus vidas, mientras los presentes se deshacían en lágrimas.